domingo, 12 de abril de 2020

DOMINGO DE RESURRECCIÓN: ¿VIO LA VIRGEN A JESÚS RESUCITADO?


12 abril 2020

La Biblia no dice que la Santísima Virgen 
haya visto a su Hijo resucitado.

Tampoco dice cómo pudo conseguir vestido Jesús
luego de resucitar.

Pero las primeras personas que lo vieron, 
lo vieron vestido.

La Biblia no dice de dónde obtuvieron los ángeles
sus ropajes.

Mateo dice que el ángel que corrió 
la piedra del sepulcro tenía vestiduras 
blancas como la nieve.

Marcos dice que en el sepulcro vacío 
estaba un joven vestido con una larga ropa blanca.

Lucas dice que junto a la tumba vacía 
había dos hombres con ropas brillantes.

Juan dice que en el sepulcro vacío 
María Magdalena vio dos ángeles vestidos de blanco.

Así como consiguen los ángeles sus ropajes, 
así los consiguió Jesús resucitado.

Hay cosas obvias que, por obvias, se omiten.

Como por ejemplo, que Jesús, 
quien desde la eternidad escogió 
a la Virgen María como madre suya, 
que la preservó de todo pecado, 
que en la cruz estuvo pendiente 
de que no quedara sola y abandonada, 
obviamente se presentara ante Ella 
tan pronto resucitó, como corresponde 
a un hijo que cumple a la perfección 
el mandamiento de honrar a padre y madre. 

Honrar, en toda la extensión de la palabra hebrea 
del Mandamiento significa 
tratar con amor, consideración, y respeto máximos.

¡Sólo cabe esperar que Jesús 
le diera la inmensa alegría a su Madre Santísima 
de verlo vivo de nuevo!

San Juan Pablo 2° decía al respecto:

"Los evangelios no nos hablan de una aparición 
de Jesús resucitado a María. 
De todos modos, como Ella estuvo 
de manera especialmente cercana 
a la cruz del Hijo, hubo de tener también 
una experiencia privilegiada de su resurrección".

Sólo resta decir que la Sma. Virgen 
no fue el domingo temprano 
con las piadosas mujeres 
a completar el arreglo del cadáver de Jesús. 
Sabía que no había cadáver. 
Lo vio resucitado antes que ellas.



Mateo 28,3
Marcos 16,5
Lucas 24,4
Juan 20,12
Discurso de Juan Pablo 2° en el Santuario de la Alborada, Guayaquil, 31 enero 1985