martes, 4 de agosto de 2020
EL SANTO CURA DE ARS
4 agosto 2020
El Papa Benedicto 16 lo declaró Patrono de los Sacerdotes.
Juan Bautista María Vianney.
Nació en la jurisdicción de Lyon, en 1786.
Tres años antes de la fatídica Revolución Francesa.
Murió a los 73 años (1859). En Ars (30 km al norte de Lyon).
Los revolucionarios odiaban a la Iglesia y a los católicos.
Profanaban templos. Torturaban. Descuartizaban. Quemaban vivos. Ahogaban. Fusilaban. Guillotinaban. Violaban a las mujeres, monjas incluidas.
Fueron miles los católicos asesinados.
Por eso hay historiadores que llaman a esa revolución
"Primer Genocidio de la Era Moderna".
Los sacerdotes no podían vestir sotana. Debían vestir ropa civil.
(Ropa civil, como visten hoy. Pero por razones diferentes.
En ese entonces, por salvar la vida.
Hoy... no sé.
El Derecho Canónico, 284; y el Directorio Ministerial para Presbíteros, 64; ordenan que el sacerdote vista con sotana o con traje clerical conforme a la dignidad y sacralidad de su ministerio, de modo que se distinga de los laicos.)
En semejantes circunstancias tan adversas para la fe católica, Juan María hizo su Primera Comunión a los 13 años.
Mientras se celebraba la ceremonia en un pajar, y para evitar que los revolucionarios la descubrieran, los campesinos cargaban o descargaban sus carretas al pie del pajar.
Ingresó en el preseminario del Padre Balley.
Fue llamado a prestar servicio militar.
No lo prestó. Y vivió dos años como desertor, condición que se castigaba con la muerte.
Hasta cuando Napoleón decretó amnistía para los desertores.
Volvió al preseminario.
Pero sus dotes para el estudio eran más bien deficientes. Especialmente para el latín, idioma indispensable para aspirar al sacerdocio.
Por la piedad y el buen criterio del joven, el Padre Balley lo hizo admitir en el seminario.
Pero por su bajo rendimiento, fue expulsado.
El Padre Balley y otro seminarista, Matías Loras, le dictaban clases.
Fueron adonde el Vicario de Lyon a pedirle ayuda.
-- ¿Y sí es piadoso?
-- Como el que más, Su Excelencia.
-- Pues que se cumpla. La Iglesia no sólo necesita que los sacerdotes sean cultos, sino también que sean santos.
Fue ordenado a los 29 años. Y nombrado coadjutor del Padre Balley.
Años más tarde, el Cura de Ars comentaría:
"Si Nuestro Señor hubiera encontrado uno más cabeciduro que yo, lo habría puesto en mi lugar, para demostrar su gran misericordia".
Las autoridades diocesanas dudaron en autorizarle impartir confesión.
El Padre Balley volvió a interceder. Y para demostrar si el recién ordenado era o no capaz de administrar el sacramento, se confesó con el Padre Vianney.
A los tres años moriría el Padre Balley.
Un golpe muy doloroso para el Padre Vianney.
El Padre Vianney conservó un espejo de mano del Padre Balley. "Porque este espejo reflejó su rostro".
Unos curitas fanfarroneaban:
"Se encartó el obispo que lo ordenó. ¿A dónde lo va a mandar ahora para que no lo haga quedar mal?"
Lo mandaron al pueblito de Ars. Menos de 500 habitantes.
Había iglesia, pero no era parroquia. El párroco del pueblo próximo, a 3 km de Ars, iba a veces a Ars a confesar y celebrar Misa.
Por eso se dice que el Cura de Ars no fue párroco.
Nuestro santo nunca volvió a salir de Ars.
Cuando llegó, sólo una persona iba a Misa.
Cuando murió, sólo una persona no iba a Misa.
Sobre una vieja mesa encontró un sobre con un papel del párroco vecino que le anunciaba:
"La gente de Ars es tan descreída que, en el aspecto religioso, en lo único que se diferencia de los animales es en que está bautizada".
Con toda la buena fe que lo animaba, al llegar a Ars dijo:
"Esta iglesia no será capaz de contener a las multitudes que aquí vendrán".
Y efectivamente así se cumplió.
De muchas partes llegaban a confesarse y a la Misa con el Padre Vianney.
No sólo fieles corrientes, sino también personajes importantes, obispos incluidos
Este humilde sacerdote, desafortunado en las aulas, pasaba muchas horas en el confesionario resolviendo delicados asuntos de conciencia.
"El confesionario es el ataúd donde me han sepultado vivo".
El erudito sacerdote dominico Enrique Lacordaire, considerado el mejor orador sagrado de Francia, llegó a Ars atraído por la fama del humilde cura.
Después de escuchar su homilía, dijo:
"Juan María Vianney es mejor predicador que yo. Cuando la gente me oye, comenta: «¡Qué bueno predica!» Cuando escuchan a Juan María, exclaman: «¡Qué bueno es Dios!»
El pueblito, donde la gente sólo frecuentaba algunas cantinas - bailaderos, se fue dejando impregnar de la piedad del nuevo curita.
"Las cantinas son las tiendas del demonio. El mercado donde las almas se pierden, donde se rompen las familias, donde comienzan las peleas. A los dueños de las cantinas, el demonio no los molesta, sólo los desprecia y los escupe".
Llegó un tiempo en que las peregrinaciones diarias a Ars se contaban por cientos.
La ayuda económica que recibía el Padre Vianney iba en aumento.
Y la empleaba en atender a los pobres. En dotar el culto sagrado con los mejores ornamentos y objetos litúrgicos. En fundar una escuela y el orfanato femenino La Providencia.
Él mientras tanto vivía en una austeridad que limitaba con la miseria.
Su dieta era de papas. El domingo se regalaba preparándose un huevo. Su lecho (por así llamarlo) tenía una lona, no tenía colchón.
El ayuno y sacrificio se lo había impuesto por la conversión de los habitantes de Ars.
El médico y escritor francés Henri Ghéon escribió en su libro "Los Secretos del Cura de Ars":
"El último pueblo de Francia tuvo al primer cura de Francia. Y Francia se volcó a verlo. Y, de no haber muerto, habría convertido a toda Francia".
De la escuela de Ars, salieron 40 postulantes para la comunidad de los Hermanos de la Sagrada Familia.
Finalmente, 17 de ellos perseveraron.
El fundador de la comunidad y entrañable amigo del Padre Vianney, destinó a tres Hermanos para atender la escuela de Ars.
Uno de ellos, el Hermano Jerónimo, dedicaba su tiempo libre al cuidado del Padre Juan María.
Con la fama del santo cura, le llegaron algunas quejas al Obispo.
No a su persona, difícil de cuestionar por su nobleza y sencillez.
La queja al Obispo era por la predicación.
El Obispo mandó un visitador.
De vuelta para la rendición de cuentas:
-- ¿Tienen algún defecto los sermones del Padre Vianney?
-- Tres, Monseñor: son largos; los temas son duros y fuertes; siempre hablan de lo mismo: pecados, vicios, muerte, juicio, infierno y cielo.
-- ¿Eso es todo?
-- No, Monseñor. Tienen una cualidad: los oyentes se conmueven; se convierten; y empiezan a cambiar a una vida más santa.
-- Esa sola cualidad hacen insignificantes los tres defectos.
Humildad
Poco después de llegar a Ars, un hombre lo insultó en plena calle, delante de todos.
El Padre Vianney le pidió perdón al altanero con tal humildad que parecía que hubiera sido el Padre el que hubiera ofendido al hombre, que terminó abochornado.
En gesto de reconocimiento por su obra sacerdotal, su obispo lo nombró canónigo (asesor del obispo).
Y le envió la respectiva muceta (prenda eclesiástica parecida a un poncho o ruana corta, que cubre los hombros y llega hasta los codos)
Cuando el Hermano que lo asistía le insistió en que la usara, como era la costumbre francesa, el Padre Vianney dijo:
-- Ah, no. No voy a darles gusto de que se burlen de este simple cura luciendo prenda tan distinguida.
-- Pero es usted, Padre, el único a quien el Obispo le ha otorgado ese nombramiento.
-- Obvio. Ha tenido tan mala suerte con mi nombramiento que no quiere volver a tentar suerte.
El gobierno le concedió una condecoración. Él no
la quiso lucir.
"Es el colmo. El gobierno condecorando a uno que desertó del ejército"
Sus grandes amores
El amor del Padre Juan María por la Eucaristía era extraordinario.
Su día favorito del año era el Jueves de Corpus Christi.
Organizaba una espléndida procesión por el pueblo, portando él mismo la lujosa Custodia que había adquirido.
A pocas semanas de su muerte, la gente del pueblo contrató una banda de música que hiciera lucir más la fiesta del Corpus Christi.
Nunca se le vio más feliz. Y no se cansaba de agradecer el hermoso detalle.
Otro de sus afectos era la Santísima Virgen.
Cuando, en 1854, el Papa Pío 9° declaró el dogma de la Inmaculada Concepción, el Padre Vianney pidió a la gente de Ars que iluminara sus casas de noche.
Por su parte, por varias horas estuvo echando las campanas al vuelo.
Desde los pueblos vecinos se veía el resplandor. Creyeron que Ars ardía en llamas.
Aún se puede ver la estatua de la Virgen que mandó colocar en lo alto de la entrada a la iglesia de Ars.
Devoto de Santa Filomena, una joven mártir del siglo 2° .
El santo cura cayó enfermo. Su estado era grave. Prometió ofrecer 100 Misas por la santa.
Luego de hacer esa promesa, sanó inexplicablemente.
No sólo cumplió su promesa. También construyó una capilla en su honor.
Milagro de la multiplicación
En el granero de La Providencia sólo quedaba un puñado de trigo. La cosecha había sido mala. La encargada del horno le informó al Padre Juan María. Él le dijo que preparara lo que alcanzara. Cuando ella abrió el granero, vio que estaba rebosado de trigo.
Curaciones milagrosas
Mayo 1843. Claudina Raymond tenía penosas afecciones de laringe y bronquios, que le impedían hablar. Escribía en una pizarra. Acudió al santo cura.
-- Hija, Dios te quiere curar. Ve al altarcito de Santa Filomena, pon allí tu pizarra y dile que si no puede devolverte tu voz, que te dé la de ella.
Así lo hizo. Y de vuelta a la posada, los dolores habían desaparecido y recuperó el habla.
Febrero 1857. Anna Thori había viajado a Ars con su hijo, inválido por una coxalgia (dolor de cadera) aguda. Luego de la Misa, el Padre Vianney los invitó a la sacristía. Anna cargaba a su hijo.
-- Está muy pesado de cargar. Bájalo. Y dile que vaya y le rece a Santa Filomena.
-- No va a poder.
-- Confía en Santa Filomena. Ve, hijo --y le besó la frente.
Trabajosamente el chico fue ante la imagen de la santa y postrado en cuatro pidió su intercesión.
Al terminar de rezar, se incorporó y regresó caminando y sin dolor.
Septiembre 1861. (Ya el santo había muerto.) Adelaida Jolie tenía un doloroso tumor en el brazo izquierdo. Rezó una novena al Cura de Ars. El día 10, Adelaida despertó curada. El médico del Hospital de la Caridad (Lyon) expidió el certificado, que fue remitido al Obispo que proponía la causa de canonización.
Julio 1910. Marilde Rugesi, 28 años, sufría laringitis tuberculosa. Perdió la voz. En una peregrinación a Lourdes, estaba prevista una parada en Ars.
En la iglesia, delante de una reliquia del Padre Vianney, le pidió la curación.
Y cuando los peregrinos entonaron un canto, ella sintió el deseo de cantar. Y cantó.
Ante el Tribunal Eclesiástico, declaró que su curación fue instantánea y completa.
Frases
► Dejen una parroquia 20 años sin sacerdote. Se adorará a los animales.
► Si nos dijeran: "A tal hora va a resucitar un muerto", correríamos para verlo. Pero la Consagración, ¿no es acaso un milagro mucho mayor que la resurrección de un muerto?
► ¿Que qué hace Nuestro Señor en el Sagrario? Esperarnos.
► Porque Nuestro Señor no se muestra en el Santísimo Sacramento en toda su majestad, están aquí sin respeto. ¡Pero es Él! ¡En medio de nosotros!
► Hay pocos que reciben los sacramentos con buena disposición.
Ataques del demonio
La saña del diablo se debía a que en el confesionario el santo cura le arrebataba muchas almas.
A veces lo derribaba de la cama.
Casi siempre, cuando iba a venir un gran pecador a su confesionario, el maligno era más intenso la noche anterior.
En general el demonio producía en el cuarto del Padre Juan María ruidos fuertes y extraños en las noches, para no dejarlo dormir y así agotarlo, de modo que no pudiera atender confesiones.
Los Hermanos que llegaron a atender el colegio habían oído rumores de los ataques diabólicos, pero no daban mucho crédito.
La primera noche que pernoctaron en la casa cural, despertaron aterrorizados por el estrépito en el cuarto del santo cura. En piyama, salieron al patio. Y allí permanecieron hasta mucho después de que cesó la barahúnda.
Al preguntarle al Padre qué hacía para vivir así, contestó:
"Con el patas hemos tenido tantos encuentros que parecemos dos compinches".
Otro día, a punto de celebrar Misa, de repente vinieron a avisarle que su cuarto estaba en llamas.
"Como el villano no puede atrapar al pájaro, prende fuego a su jaula", fue todo lo que comentó.
Entregó las llaves del cuarto a quienes le avisaron, para que trataran de sofocar el incendio. Pero la celebración de la Misa no se retrasó.
Los diez últimos años de su vida los pasó libre de las vejaciones del demonio.
Dios le concedió ese regalo y además un gran poder de expulsar demonios de las personas poseídas que le llevaban.
Su muerte
29 julio 1859. Debilidad extrema. Ya no pudo estar más de pie.
2 de agosto. Recibió los últimos sacramentos.
"¡Qué bueno es Dios! Cuando ya no podemos ir hacia Él, Él viene a nosotros".
Y con lágrimas en los ojos:
"¡Qué triste comulgar por última vez!"
3 de agosto. Llegó su Obispo. El santo cura lo reconoció. Pero no podía ya articular palabra.
4 de agosto. 2 am. El Obispo lee:
"Que los santos ángeles de Dios vengan a su encuentro y lo conduzcan a la Jerusalén celestial".
El Santo Cura de Ars entrega su alma a Dios.
300 sacerdotes y religiosos, y más de 6.000 fieles acompañaron sus restos en procesión por las calles del pueblo.
El 31 de mayo de 1925, Pío 9° lo proclamó santo.
https://www.religionenlibertad.com/blog/24147/el-santo-expulsado-del-seminario.html
https://www.ewtn.com/spanish/Saints/juan_vianey_8_4.htm
https://www.aciprensa.com/noticias/10-cosas-que-tal-vez-no-sabias-del-santo-cura-de-ars-68124
https://digilander.libero.it/rexur/miracol/spa/ars.htm
https://www.corazones.org/santos/juan_vianney.htm