miércoles, 22 de julio de 2020

MARÍA MAGDALENA. (Aclarando textos)



22 julio 2020

Hoy se celebra la festividad de María Magdalena.

Sobre ella y Jesús han surgido leyendas insolentes.

Que fueron amantes. Que se casaron a escondidas. Que convivieron. Que tuvieron hijos. 
Una descocada obsesión sexual con eso. 
Pero ni una prueba seria.

Que María Magdalena quiso a Jesús, no cabe duda. 
Un hombre acogedor como Jesús era fácil de querer.

El que hizo el corazón amoroso de las madres, de los padres, es natural que tenga un corazón aun más tierno y cariñoso.

No sólo María lo quería. 

Las mujeres que fueron a su sepulcro la mañana de su resurrección, se abrazaron a sus pies cuando Jesús les salió al encuentro. (Mateo 28,9). 

Sus discípulos también lo querían. Cuando Jesús le preguntó tres veces a Pedro si lo quería, Pedro se entristeció por la insistencia de Jesús. (Juan 21,17).

Inclusive, en esta misma ocasión, Jesús le preguntó a Pedro delante de los discípulos: 

¿Me quieres más que todos ellos? 
Implica que los otros discípulos también lo querían.

Los discípulos de Emaús, luego de que Jesús se les apreciera, comentaron:
¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando Jesús nos venía hablando por el camino? (Lucas 24,32)

Jesús: una persona encantadora. 

Cuando Pedro negó por tercera vez a Jesús, lloró amargamente. (Mateo 26,75 y Lucas 22,62).

Volviendo a María Magdalena.

El texto dice que María, que había ido al sepulcro de Jesús, estaba llorando por no haber encontrado su cadáver. 

Pero cuando reconoció a Jesús, lo llamó "Maestro".

Debió sentir tal alegría, que se abalanzó y se aferró a Jesús, se agarró a Él, lo atenazó. Como si no quisiera perderlo otra vez.

Jesús le dijo: No me retengas más, que no he subido a mi Padre. Ve y diles a mis hermanos que voy a reunirme con mi Padre y vuestro Padre; con mi Dios y vuestro Dios. (Juan 20,17) 

No es que no quisiera que María lo tocara y lo contaminara.

No. Ya vimos que se dejó abrazar los pies de las otras mujeres piadosas que habían ido a su sepulcro.

Lo que quería Jesús es que ella lo soltara. Que no creyera que había subido al Padre y había vuelto a bajar de donde el Padre por unos momentos, sino que estaría un poco más entre ellos. Que fuera a avisar que ya había resucitado. Es todo.

Dijo también Jesús que iba a subir a donde su Dios.
¿Acaso estaba aceptando que Él no era Dios?
No, no y no. 
Es una confirmación de lo que enseña la Iglesia.
El Padre es Dios. El Hijo es Dios. El Espíritu Santo es Dios.
El Padre no es Hijo ni es Espíritu Santo.
El Hijo no es Padre ni es Espíritu Santo.
El Espíritu Santo no es Padre ni es Hijo.
Son tres personas distintas.
Pero Jesús no puede negar que el Padre es Dios, es su Dios, es el Dios de todos.
Tampoco puede negar Jesús que el Espíritu Santo es Dios, es su Dios, es el Dios de todos.
Lo cual forzosamente nos obliga a creer que no hay tres Dioses, sólo hay un Dios.
Y hasta ahí alcanza el entendimiento humano.