jueves, 18 de junio de 2020

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE


18 junio 2020

Fiesta de Jesús, Sacerdote Supremo y Eterno.

En algunos países se celebra el 4 de junio y en otros el 19.

Sumo o Supremo Sacerdote, porque Jesús es Dios.

Porque no ofreció una víctima diferente de Sí mismo, sino se ofreció a Sí mismo.

Porque la Víctima que ofreció es una Víctima sin mancha, la de mayor pureza imaginable... o mejor, inimaginable.

Eterno Sacerdote, porque Dios es eterno.

Porque Su sacrificio tiene validez para toda la eternidad.

En Hebreos, y citando el salmo, se lee:

Los demás sacerdotes fueron nombrados sin juramento. 

En el caso de Jesús sí hubo juramento:

El Señor hizo un juramento y no va a desdecirse:
Tú eres sacerdote para siempre.

Los otros sacerdotes eran muchos porque les llegaba la muerte. Jesús no muere. Su sacerdocio no pasa a ningún otro. 

Jesús puede salvar a los que por su conducto se acercan a Dios, pues siempre está vivo para interceder por ellos.

Jesús es el sacerdote que nos convenía: 
santo, sin maldad, sin mancha, apartado de los pecadores, puesto por encima de los cielos. 

No es como los otros sumos sacerdotes, que cada día tienen que matar animales y ofrecerlos como sacrificio por sus propios pecados y los del pueblo. 

En cambio, Jesús ofreció el sacrificio de una vez para siempre cuando se ofreció a Sí mismo. 

La ley de Moisés nombra como sumos sacerdotes a hombres imperfectos. 

El juramento de Dios, hecho después de la ley de Moisés, nombra Sumo Sacerdote a su Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.


Y más adelante dice:

Cristo es el Sumo Sacerdote de los bienes definitivos.

El santuario de la cruz del que es Sacerdote no ha sido construido por hombres, es un santuario que no pertenece a esta creación. 

Y allí no ofrece sangre de animales, sino su propia Sangre. 

Ha entrado al santuario de la cruz una sola vez y para siempre, y nos ha obtenido la redención eterna. 

Si bien es cierto que la sangre de los animales, rociada sobre los pecadores, los purifica por fuera,
¡cuánto más poder tendrá la Sangre de Cristo! 

Pues, por medio del Espíritu Santo, Cristo se ofreció a Sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha, 
y su Sangre limpia nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para que podamos adorar al Dios vivo.


Jesús anuncia el ministerio sacerdotal cuando les dice a sus primeros apóstoles:

Síganme. Yo los haré pescadores de hombres.

Entre sus seguidores, escogió a doce, para que lo acompañaran y para mandarlos a anunciar su mensaje. Y les dio poder para expulsar demonios.

En la Última Cena les dio el poder de consagrar el pan y el vino, y convertirlo en Su Cuerpo y Su Sangre:

Haced esto en recuerdo mío.

La noche del domingo de Resurrección, 
les dio el poder de perdonar pecados:

Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes no perdonéis los pecados, les quedarán sin perdonar.

Antes de su ascensión al Cielo, 
Jesús les dio la misión de predicar y bautizar:

Se me ha dado todo poder en el Cielo y en la tierra. Id a toda gente y nación y bautizadla en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñadla a cumplir todo lo que os he mandado. 

Esta misión sacerdotal debía prolongarse en el tiempo:

Sabed que Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo.

Y empezó entonces la sucesión

Escogieron a varios diáconos, y los llevaron a donde los apóstoles, que hicieron oración y les impusieron las manos.

Pablo y Bernabé en varios lugares nombraron ancianos (presbíteros) en cada iglesia, rezaron, ayunaron y los encomendaron al Señor.

Pablo le dice a Timoteo qué condiciones deben reunir tanto los que vayan a presidir una comunidad como también los diáconos.
Y le indica a Timoteo cómo debe manejar a los fieles a su cargo, cómo debe comportarse, cómo debe predicar, cómo debe aprovechar los dones recibidos de Dios mediante la imposición de manos que le hicieran los presbíteros.

El ministerio sacerdotal es la continuación del ministerio de Cristo:

Como el Padre me envió, Yo os envío.

Quien a vosotros recibe, a Mí me recibe.

Jesús va estableciendo jerarquías:

Simón, tú eres roca (cefas) y sobre esta roca (cefas) edificaré mi Iglesia.

Pedro se dice petrosRoca, se dice petra. 

Piedra angular, que es Jesús, se dice kefalen gonias o akrogonieis. No se dice petra.

Esta aclaración se debe a que los no católicos dicen que petros es una cosa y petra es otra. O sea que Pedro no es la roca.
Pero Jesús no habló en griego, sino en arameo. Y llamó a Pedro cefas, que traduce roca.
Igual que en francés: pierre es pedro y pierre es piedra.

Dicen los no católicos que Jesús es la piedra angular, no Pedro. Lo cual nadie discute.

Piedra angular es la piedra esquinera que sirve de punto de referencia a la estructura.

Roca es la piedra cimiento sobre la que se afirma la estructura referenciada o indicada por la piedra angular, o construida en función de la piedra angular.



Otros ejemplos de que Jesús establece jerarquías:

Simón, Yo he rogado por ti para que no flaquee tu fe. Ayuda a tus hermanos a permanecer firmes.

Simón, cuida de mis corderos.

ORACIÓN POR LOS SACERDOTES 

Oh, Jesús, Sacerdote eterno y salvador del mundo, 
envía muchos y santos operarios a tu mies.
Haz de cada sacerdote un verdadero sembrador de tu Amor.
Te ruego por el Papa, los obispos, los sacerdotes.
Te pido que los sostengas en las batallas, 
los confortes en la soledad, los alientes en los fracasos, fecundes sus fatigas e infunde en ellos el Amor de tu Corazón Divino.

Señor, para guardar con celo tu honra y tu gloria, 

danos sacerdotes santos. (Se repite después de cada súplica.)

Para aumentar nuestra fe.
Para sostener tu Iglesia.
Para predicar tu doctrina.
Para defender tu causa.
Para contrarrestar el error.
Para aniquilar las sectas.
Para sostener la verdad.
Para dirigir nuestras almas.
Para mejorar las costumbres.
Para desterrar los vicios.
Para iluminar el mundo.
Para enseñarnos las riquezas de tu Corazón.
Para hacernos amar al Espíritu Santo.
Para que todos tus ministros sean luz del mundo y sal de la tierra.

Oh, Jesús, Sacerdote Santo, 
te pedimos con el mayor encarecimiento del alma
que aumentes día a día las vocaciones sacerdotales
y las formes según los designios de tu Amor. 

Sólo así tendremos sacerdotes santos. 
Y pronto en el mundo no habrá más 
que un solo rebaño bajo un solo Pastor. Amén


  




Hebreos 7,20-28
Salmo 110,4.
Hebros 9,11-14.

http://www.laverdadcatolica.org/ElOrdenSacerdotal.htm
Mateo 4,19
Marcos 3,13
Lucas 22,19
1 Corintios 11,25
Juan  20,23
Mateo 28, 19
Mateo 28,20
Hechos 6,6
Hechos 14,23
1 Timoteo 3
1 Timoteo 4,11
Juan 20,21
Mateo 10,40
https://www.ewtn.com/spanish/preguntas/pedro_y_la_Iglesia.htm
Mateo 16,18
Lucas 22,32
Juan 21,15