miércoles, 25 de marzo de 2020

LA ANUNCIACIÓN


25 marzo 2020

Hoy se conmemora un hecho muy importante.
Si no hubiera ocurrido, ningún ser humano iría al Cielo.
Así de importante es el hecho.

¿Cuál hecho?
El arcángel Gabriel, el mensajero de Dios, vino a Nazaret hace 20 siglos.
A la casa de la Virgen Santísima.
(La casa aún existe. Pero no está en Nazaret. Está en Italia: La Casa de Loreto)

Se le apareció de repente.
Ella se sobresaltó. ¿Quién no se asusta con algo así?
El arcángel la saludó.
Es la primera vez que un arcángel se aparece y saluda.
Lo que indica que la Virgen era considerada como un personaje prominente.
Y como si fuera poco, agrega a su saludo:
Llena-De-Gracia
No quiso decir: "estás llena de gracia".
Quiso decir: "eres la Llena-De-Gracia".
O sea, la llamó así porque ése era su título, ésa era su credencial.

En términos más fáciles de entender, es como si uno saluda así a una duquesa:
"Os presento mi respetuoso saludo, Señora Duquesa".

Llena-de-Gracia no es llena de donaire o simpatía.
Es: beneficiaria, agraciada, favorecida, afortunada, venturosa.

Y para enfatizar esa condición, le dice el arcángel:
El Señor está contigo.

Se sobreentiende que Dios está con las personas.
Si se sobreentiende, sobra decirlo.
Pero se lo dijo.
Lo que significa que Dios está de un modo especial con la Santísima Virgen.

Y para acentuar su categoría le dice:
Bendita eres entre todas las mujeres.

Ante un saludo tan solemne, a Ella que se consideraba una mujer sencilla, como se ve más adelante en el Magnificat, la Virgen quedó desconcertada, preguntándose la razón de tal saludo.

San Gabriel le comunicó que Ella gozaba de la preferencia de Dios.

Y agregó el arcángel:
Ve sabiendo que vas a quedar embarazada, y al Hijo que tendrás le pondrás por nombre Jesús. Será grande. Lo llamarán Hijo de Dios. Y Dios lo hará Rey eternamente.

Los matrimonios judíos se realizan en dos etapas:
La primera es el rito para ser considerados esposos. Aún no pueden convivir ni tener relaciones íntimas. 
La segunda, unos meses después, es el rito para formalizar el inicio de la convivencia.

La Virgen María y San José habían cumplido apenas la primera etapa de matrimonio
O sea, ni convivencia, ni  relaciones íntimas.

Ante el anuncio del arcángel, lo más natural del mundo es que María hubiera entendido que ese hijo iba a ser de ella y José. Así que no tenía que preguntar lo obvio.

Pero preguntó:
¿Cómo voy a quedar embarazada sin tener intimidad con ningún hombre?

Si preguntó lo que parecía obvio es porque no era obvio.

La Biblia no dice que María hubiera hecho voto de castidad.
Pero, para entender por qué preguntó lo que parecía obvio, tenemos que deducir obligatoriamente que María había hecho voto de castidad.
Naturalmente así lo tuvieron que haber convenido Ella y José.
El arcángel le explicó entonces que la concepción de Jesús ocurriría exclusivamente por el poder de Dios, por lo cual Jesús sería llamado Hijo de Dios.


¿Concepción sin intervención de varón? Era algo fuera de lo natural, y convenía que María supiera cómo. 

Por eso el ángel le contó a la Virgen que su pariente Isabel, no sólo anciana, sino también estéril, estaba esperando un hijo de su esposo Zacarías, igualmente anciano.

Porque para Dios nada es imposible
apuntilló Gabriel.

Cuando el arcángel aclaró que todo era por obra de Dios, María sin dudarlo aceptó y se puso a entera disposición de Dios, diciendole a San Gabriel:

Soy la servidora del Señor; que Dios haga conmigo tal como tú me has dicho. 


Y el arcángel desapareció




Zacarías se mostró incrédulo:
¿Cómo sabré que lo que dices es verdad?
Por eso fue castigado con mudez temporal.

María se mostró desconcertada:
¿Embarazada cómo, sin tener relación íntima con varón?

¿María podría haberse negado a tener ese embarazo?
Sí. Era libre de aceptar o rechazar.
Pero Dios, que conoce los corazones desde antes de que seamos formados en el vientre materno, sabía que María iba a aceptar el encargo de Dios.




Lucas 1,25
Lucas 1,48
Lucas 1,18
Jeremías 1,5
Mateo 12,25
Mateo 22,18
Marcos 2,8
Lucas 6,8
Lucas 11,17
Lucas 16,15
Juan 2,25