19 marzo 2022
La aparición
Cotignac: pequeña población a 800 km al sur de París.
Hace 362 años (1660) en el monte Bessillon, el joven pastor Gaspar Ricard cuidaba sus ovejas.
Estaba sediento a causa del intenso calor del día.
Buscó una sombra, se tiró al piso extenuado y cerró los ojos.
De pronto sintió que se le acercaba alguien.
Abrió los ojos y vio a un hombre de buena presencia, que, señalando una gran roca cercana, le dice:
— Soy José. Levántala y bebe.
Gaspar creyó que el hombre se burlaba de él. Pues la roca era muy pesada.
— Soy José. Levántala y bebe —repitió el hombre.
Gaspar fue a la roca y sin ningún esfuerzo la levantó.
Y empezó a correr agua desde debajo, con la que Gaspar se refrescó.
Se volvió para preguntar al hombre de dónde venía y cómo fue que él (Gaspar) pudo levantar la roca y cómo sabía que de debajo salía agua siendo que nunca había habido señal de que la hubiera.
Pero el hombre, inexplicablemente, ya no estaba.
Gaspar fue al pueblo y contó lo ocurrido.
Ocho hombres pudieron apenas mover la roca.
Las peregrinaciones fueron continuas.
Y la Iglesia, examinadas las evidencias, reconoció como auténtica la aparición de San José.
Es la única aparición de San José solo que ha aprobado la Iglesia
Allí se construyó una capilla, un monasterio y una fuente:
La Fuente de San José de Bessillon.
Por la violenta y anticatólica Revolución Francesa, hubo que abandonar todo.
Sin embargo, los sacerdotes y parroquianos de Cotignac no dejaron caer en ruinas la capilla.
Y los 19 de marzo muchos fieles peregrinaban al lugar para honrar a San José.
En 1975, las monjas de San Benito de Medea (Argelia, norte de África) volvieron a dar vida al lugar.
En el 2019, estas monjas benedictinas cedieron el lugar a las monjas de la comunidad Mater Dei (Madre de Dios) de Argentina.
Misión de José
San José, recto, discreto, sencillo, nada ostentoso.
Por eso Dios lo eligió para ser cabeza de la Sagrada Familia.
Dios no quería que José se alejara de María cuando tenía la intención de abandonarla en secreto.
No porque desconfiara de la pureza de María.
Sino porque, avisado por Ella misma, se dio cuenta de que era, según la profecía, la virgen embarazada de la que iba a nacer el Mesías esperado (Isaías 7,14 y 9,6).
Sintió temor de entorpecer los planes de Dios y decidió ausentarse sigiloso, para que pensaran que él renunciaba a sus obligaciones, y no que él la repudiaba por adúltera.
Mateo 1,19 dice: José, hombre recto, no quiso denunciarla y resolvió dejarla en secreto libre de ataduras [griego: apolusai].
Pues José, hombre recto, si hubiera creído que María había cometido adulterio, tenía que cumplir la ley y denunciarla públicamente.
En Mateo 1,20 se confirma esta tesis: «No temas recibir a María como tu esposa. Como se esperaba (como sabes) [gar] ha concebido de Espíritu Santo»).
Y Dios, por medio del ángel, le explicó a José que su papel en este plan divino era el de padre putativo de Jesús.
Dará a luz un hijo, al que pondrás por nombre "Jesús" (Mateo 1,21).
Pues el padre, no la madre, era quien ponía el nombre al hijo.
Y vino el ángel de nuevo, de parte de Dios, para confirmarle su papel de custodio de la Sagrada Familia.
Pues fue a José —no a María— a quien el ángel le dijo que tomara consigo a la Virgen y al Niño, y huyera a Egipto, para proteger al Niño de la matanza ordenada por Herodes (Mateo 2,13).
Patronazgo
Por no haber estado en las bodas de Caná, se deduce que murió antes de la vida pública de Jesús.
Si se casó de 18 o 20 años, como era la usanza de la época,
si Jesús comenzó su vida pública a los 30 años,
San José debió de morir antes de cumplir 50 años.
Lo que significa que, cuando José murió, estaban Jesús y la Virgen al pie de su lecho de muerte.
Por eso es patrono de la buena muerte, a quien pedir compañía espiritual a la hora de la muerte.
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