jueves, 15 de septiembre de 2022

LOS SIETE DOLORES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

15 septiembre 2022



1.

Imagínese una madre, cariñosa, con su bebé en brazos, que lo lleva al templo, y la recibe un sacerdote diciéndole:

Tu hijo va a ser rechazado, atacado, maltratado. Y eso va a ser como una espada que te atravesará el corazón.

Ese anuncio en sí es ya como espada que le atravesará el corazón


2.

Imagínese una madre a la que una noche cualquiera, estando dormida tranquilamente, la sacude su esposo para decirle:

Vámonos. Ya mismo. A otro país. Tenemos que dejarlo todo. No hay tiempo de recoger nada. Vienen a matar a tu hijo.

Y así lo hace. Llena de pena y angustia.


3.

Imagínese una mamá a la que se le pierde su hijo de 12 años.

¿Qué le habrá pasado? Es tan sólo un niño. ¿Estará solo y asustado? ¿Herido? ¿Muerto? ¿Lo habrán raptado?

Y en ese estado durante tres días.


4.

Imagínese una mamá. 

Su hijo, intachable. Pero lo ponen preso. Lo tratan como al peor malhechor. Lo golpean. Lo flagelan.
Lo condenan a muerte.
Tiene que ir al lugar de ejecución en medio de la gente, cargando la cruz. 
La gente lo insulta, se burla, lo golpea.

De pronto, entre la gente está ella, la mamá.
Tiene oportunidad de acercarse un momento a su hijo. 
Ese hijo a quien —como toda mamá— ella lo considera el más guapo de todos.
Pero lo ve golpeado, amoratado, hinchado a golpes, sangrando. 

¡Imagínese cuánto dolor le produce ese encuentro!



5.
Pero le esperaba uno peor. 
Ver a su hijo gritando de dolor cuando le traspasan con enormes clavos las muñecas y los pies para fijarlo a una cruz. 
Y enseguida contemplar como propia la larga agonía de varias horas en que el amor de sus amores se retuerce tratando de conseguir una bocanada de aire. 
Hasta que se le agotan las fuerzas y muere.


6.
Aún le queda otra gran pena: presenciar cómo le traspasan su costado con una lanza. 
Para después ver lo que ninguna madre quiere ver: el cadáver de su hijo. 
Y mirar atribulada que lo bajan de una cruz, como si de un criminal se tratara.


7.
Más tarde, cuando colocan el cuerpo en el sepulcro y tapan la entrada con una pesada piedra, la afligida madre no puede evitar sentirse totalmente desolada.