Cuando María llegó adonde Isabel y la saludó,
la criatura dio saltos de alegría en el vientre de Isabel (Lucas 1,41).
El pasaje no sólo dice que la criatura dio saltos,
sino también que eran saltos de alegría.
Lo que había en el vientre de Isabel
no era un amasijo de células,
ni un proyecto de ser humano sin importancia.
Lo que había en el vientre de Isabel,
como lo que hay en el vientre de cualquier mujer gestante,
es un ser humano.
Con alma que siente (alegría, en este caso);
con espíritu, a imagen y semejanza de Dios.
Desde el primer instante de la vida humana,
es decir desde la concepción
(fecundación del óvulo por el esperma),
Dios infunde el alma en ese ser.
Lo dice la Biblia:
Pecador me concibió mi madre (Salmo 51,5).
No es en el cuerpo donde anida el pecado, sino en el alma.
Y si desde la concepción es pecador,
entonces desde la concepción hay alma.
Por qué se honra a la Santísima Virgen
María llegó a casa de Isabel y saludó. En ese momento, Isabel quedó llena del Espíritu Santo y le dijo a María:
Bendita eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre.
¿Quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor?
(Lucas 1,41)
Isabel, con la sabiduría que le comunicó el Espíritu Santo, supo que María estaba encinta sin que nadie se lo hubiera contado, o sin que se notara su embarazo de días.
Con esa misma sabiduría del Espíritu Santo, Isabel reconoció que María era, entre todas las mujeres, una mujer especialísima, por haber sido escogida por Dios como Madre de Dios.
Por ser María la mujer más importante entre todas las mujeres
—y hombres, por supuesto—,
los católicos le rendimos una veneración preferencial.
María, casi una niña.
Isabel, la pariente mayor.
Pero el Espíritu Santo le dio a Isabel el don de la humildad, para aceptar que era un honor que alguien tan superior como María la visitara.
Santa María, Madre de Dios
Asimismo, Isabel, llena del Espíritu Santo, al llamar a María "La madre de mi Señor", confesó una verdad que los no católicos niegan:
María es Madre de Dios.
María no concibió a Dios. Pues Dios existe desde antes de que existiera María.
Eso lo sabemos católicos y no católicos.
Pero María es madre de todo lo que es Jesús: hombre y Dios.
Las madres no crean el espíritu.
Pero son madres de sus hijos tanto en su naturaleza carnal como espiritual.
Nadie va a decir: "Marta es madre de la parte corporal de Carlitos".
Y si Carlos es médico, a Marta la van a conocer como "la mamá del médico".
Y, obvio, no es que Marta y su esposo lo hayan concebido médico.
El buen hijo honra a la madre
Isabel no omitió declarar a María como mujer de fe en Dios, por haber creído y aceptado lo que Dios dispuso para Ella:
Bienaventurada tú, María, por haber creído que ha de cumplirse todo lo que te ha dicho el Señor (Lucas 1,45).
Eso nos lleva al pasaje donde los no católicos consideran que Jesús menospreció a María,
cuando en realidad la estaba exaltando como ella se merece.
De manera sutil, porque sutil es el Señor (1 Reyes 19,11-12), pero exaltándola:
La madre y los primos hermanos de Jesús se presentaron donde Él estaba, pero no pudieron acercarse porque había mucha gente. Alguien le avisó a Jesús:
— Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte.
Jesús contestó:
— Mi madre y mis hermanos son todos aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lucas 8,19)Examinemos esto que dijo Jesús.
Jesús y el Espíritu Santo no pueden contradecirse.
El Espíritu Santo había inspirado a Isabel para declarar que María era Madre de Dios.
Por lo tanto, es absurdo pensar que Jesús estaba desconociendo a María como madre suya.
Por el contrario, estaba confirmando lo que dijo Isabel:
Bienaventurada por haber creído.
Pues en la Anunciación, la Virgen escuchó y creyó.
Y lo que mandó decir Dios por medio del ángel, María lo puso en práctica al proclamar:
Yo soy la esclava del Señor. Hágase en Mí según tu palabra.
O sea, en María, más que en nadie, se cumplen a la perfección las palabras de Jesús:
Mi madre y mis hermanos son todos aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.
El mal hijo no honra a la madre
Retomando la narración de la visita de María a Isabel,
María no se envaneció por ser la bendita entre todas las mujeres,
por ser la Madre del Mesías anunciado y esperado desde hacía cientos de años,
por ser la Madre de Dios.
Por el contrario, declaró su inferioridad ante Dios:
Ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava (Lucas 1,48).
Muchos no católicos, que proclaman ser tan apegados a la Biblia, la incumplen pasando por alto que
lo que dijo María hace parte de la Biblia:
Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.
(Lucas 1,48)
Y tratan a María a veces con indiferencia, a veces con desprecio, a veces con ultrajes.
Cómo Jesús salvó a la Sma.Virgen
María fue concebida sin pecado, pues nunca ni por un instante estuvo bajo el yugo de satanás, como profetizó Dios en el Edén cuando le dijo a la serpiente:
Pondré enemistad entre ti y la Mujer. Entre la descendencia de ella (Cristo) y la descendencia tuya (demonios y condenados).
(Génesis 3,15)
Al decir "Mujer", Dios no se refería a Eva, que ya había pecado.
No se refería a las mujeres en general, porque el género humano es pecador por naturaleza.
Al decir "Mujer", Dios se refería a María, porque Él iba a preservarla libre de pecado.
Pero a pesar de su inmaculada concepción y por lo tanto de estar exenta de todo pecado,
la Virgen sí fue salvada por Jesús,
como lo dijo ella claramente:
Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador (Lucas 1,47).
Dios salvó a todo el género humano.
¿Menos a María, que por no tener pecado no tenía que ser salvada?
Si María dice que fue salvada, es porque fue salvada.
Si N cae en un pozo y Z lo saca,
se dice que Z salvó a N,
que Z es salvador de N,
porque Z sacó del pozo a N.
Por otro lado:
Si antes de que N caiga en un pozo,
Z evita que N caiga,
se dice que Z salvó a N,
que Z es salvador de N,
porque Z preservó a N de caer en el pozo.
De manera semejante,
Dios preservó a María de caer en pecado.
Por lo tanto, Dios salvó a María.
Dios es su salvador, como dice ella.
Todas estas implicaciones tiene la festividad de la Visitación.