A los católicos se nos predica la cruz.
Quien quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga (Mc 8,34. Mt 16,24).
A los no católicos se les predica prosperidad.
Y el diablo, mostrándole a Jesús todos lo reinos
y sus riquezas, le dijo:
Todo esto te lo daré
si te postras ante mí y me adoras (Mt 4, 9).