domingo, 13 de agosto de 2017

UN PADRE EJEMPLAR


Lugar: Bangladés (país al oriente de India)
Protagonista: Isdris

Nunca les dije a mis hijas cuál era mi trabajo.
Nunca quise que por mi culpa
se sintieran avergonzadas.

Cuando la menor me preguntaba 
a qué me dedicaba, 
algo vacilante le decía que era obrero.

Antes de llegar a casa todos los días, 
me aseaba en un baño público.
Así no dejaba rastro del trabajo que hacía.

Quería que mis hijas se educaran, 
que fueran a la escuela.

Quería que se pararan con dignidad 
ante las personas.
Que nadie las mirara hacia abajo 
como me miraban a mí.
La gente siempre me humillaba.
Yo trabajaba limpiando alcantarillas.

Hasta el último centavo que ganaba 
lo invertí en la educación de mis hijas.

Nunca me compré una camisa nueva; 
usaba ese dinero para comprarles libros.

La víspera de vencerse el plazo de admisión 
de mi hija en la universidad, 
no tenía lo suficiente para pagarle la matrícula.

No pude trabajar ese día. 
El desánimo me robó las fuerzas. 
Me senté al lado de la basura, 
ocultándome para que nadie me viera llorar.

Todos mis compañeros me miraban. 
Pero ninguno se acercó a hablarme.

Había fallado. Tenía el corazón roto.
¿Cómo iba a decirle a mi hija 
que no podría pagar su cupo en la universidad?

Nací pobre. 
"Nada bueno le puede pasar a un pobre", pensaba.

Terminada la jornada laboral de ese día, 
todos los trabajadores se acercaron a mí.

Se sentaron a mi lado. 
Y me preguntaron si los consideraba hermanos.

Antes de que pudiera responderles, 
me pusieron en la mano 
todo lo que habían ganado en el día.

Cuando traté de rechazarlos, 
todos me enfrentaron:
"Moriremos de hambre si es necesario. 
Pero nuestra hija tiene que ir a la universidad".

No supe qué responder.

Ese día no me bañé. 
Llegué a casa como un limpiador de alcantarillas.
Cubierto de suciedad, llegué a casa emocionado,
con el dinero de la matrícula de mi hija.

Mis hijas me abrazaron.
Y por primera vez no sentí vergüenza de mi oficio.

Mi hija está a punto de terminar la universidad.
Mis hijas ya no me dejan trabajar.

Mi hija mayor consiguió un trabajo de medio tiempo.
Las otras dos prestan asesorías.

Con frecuencia, mi hija universitaria 
me pide que la acompañe 
a mi antiguo lugar de trabajo.

Les lleva comida a mis compañeros.
Ellos ríen y le preguntan por qué lo hace.
Ella responde:

"Ustedes no comieron ese día 
y así pude convertirme en lo que soy ahora.
Recen por mí para que pueda venir todos los días 
a traerles algo de comer.

Hoy no me siento un hombre pobre. 
Con hijas así, ¿quién puede sentirse pobre?

De tal palo, tal astilla. 
Isdris, en medio de la suciedad, 
logró levantar tres maravillosas mujeres.
Igual de nobles, 
con los mismos sentimientos de su padre.

Relato recogido por GMB Akash, 
famoso fotógrafo de Bangladés.
6 mayo 2017

http://www.forumlibertas.com/escondio-trabajo-hacia-anos-hijas-pudieran-ir-la-universidad/