Me dirijo a cada sacerdote
y a cada ministro extraordinario de la Comunión:
¿Puede usted darnos garantía absoluta
de que al distribuir la Comunión
sin patena
no cae ni una partícula al suelo?
Cualquier experto en productos de harina
asegura que es imposible dar esa garantía.
Y en cualquier experimento,
por cuidadoso que sea,
el resultado es siempre igual:
se desprenden partículas.
Dogma de fe:
Cada partícula de la Hostia consagrada contiene a Cristo completo.
Y quien no lo acepte queda excomulgado en el acto.
(Concilio de Trento, 13,3).
De las partículas que caen al suelo,
cada una sigue siendo
Cristo total,
Cristo real,
Cristo en cuerpo, sangre alma y divinidad.
Las partículas que caen al suelo
son pisoteadas,
se mezclan con la suciedad del piso,
se barren con la escoba,
se tiran a la basura.
Los sacerdotes y ministros extraordinarios
que no usan patena
son los causantes principales
de la mayor profanación:
¡la profanación del Cuerpo y Sangre de Cristo!
Y la Iglesia ordena el uso de la patena.
(Instrucción Redemptionis Sacramentum, 93.)
¿No lo sabía?
Era su deber saberlo.
Como sea, ya lo sabe.
¿No le importa?
Está incurriendo en sacrilegio del más grave
Y esta clase de sacrilegio causa
excomunión instantánea (latæ sententiæ),
es decir, que no requiere aviso escrito o verbal.
Además, si usted no se somete
a la enseñanza de la Iglesia,
es porque usted es muy grande
y la Iglesia es muy chica para usted;
en otras palabras,
usted no cabe en la Iglesia.
O sea, de todas maneras queda por fuera de ella.
Catecismo, 2120.
Código de Derecho Canónico, 1367.